El poema que sigue es un intento ventolero de hacer sonar los caireles. Helo. Huérfano de nombre y título. Quizás "Son de Cairel" sea un lindo nombre. Quizás.
Aprendí a no publicar
de manera prematura
de mi pluma la escritura.
El autor inteligente
aprende a hacerse paciente
en intentar la hermosura.
Es por eso que mi blogger
guardaré como secreto
hasta que se haga concreto
un decente contenido
me lo guardaré escondido
cual un viejo palimpseto.
No te ofenderás lo sé
pues la inteligencia vuestra
en tus palabras se muestra,
mas confieso como excusa:
te has convertido en mi musa
y mi lírica haces diestra.
El tiempo, decís, no existe
pues depende del sujeto.
En tu honor acepto el reto.
Lo freno, lo cristalizo
y mientras dura el hechizo
estas líneas interpreto.
La carga de no escribirte
dobla más y más mi lomo
cuando la bronca me como
de no hacerme ese momento
de ventanal, luz y viento
en que la charla retomo.
¡Suenen, Carieles silentes,
no se muestren tan perversos!
No envanezcan mis esfuerzos.
No deprecien el regalo.
Con toda mi fuerza exhalo
esta brisa de mis versos.
Fuiste críptica en tu prosa
al hablar de vocación
no por esa condición
se tornó menos hermosa.
Señorita prejuiciosa:
ya tendremos la ocasión
de arrimarnos al fogón,
compartir filosofía
y una cerveza bien fría
o alcohol de otra graduación.
Yo también tengo aprensión
a la mala ortografía.
No explicaste con detalle
(perdoná que así te acuse)
qué factor a vos te induce
a sentir que ya viviste
que por tal me definiste
plantador de dejavuse.
Lamento decepcionarte
por sugerir que no gozo
mi trabajo. ¡Es hermoso!
(ya te hartarás de escuchar),
mas siempre quiero manyar
demasiado grande el trozo.
Las cuatro han dado y sereno
la noche no hace ni un ruido
el tic tac ahora encendido
de su jaula escapa artero.
No está vacío el tintero
pero yo ya estoy dormido.
Una poca de contexto
me encanta siempre adosar.
Este adiós tecleo en mi hogar.
La araña teje a su vez.
Me llevo este digital pez
que en breve echaré a la mar.
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