Golpe y porrazo.
Nos movemos a los golpes,
somos hijos del rigor.
Tu adiós me causó el dolor
necesario para el paso
que va desde el ocio al trazo
de mi pluma de escritor.
Con el paso de los truenos
entraste y me diste un beso,
y de tus labios fui preso
sin tener escapatoria.
Ahora sólo en mi memoria
te desnudo hasta los huesos.
Como los truenos llegaste
y te fuiste como el rayo.
Ahora yo no me desmayo
por no tenerte a mi lado
pues dijiste "del pasado
no debés ser un vasallo".
Desnudaste mi locura,
mejoraste mi confianza.
Inclinaste mi balanza
que compara el bien y el mal.
Ensanchaste mi moral.
Me regalaste tu danza.
Mengana titiritera,
adiestraste a mi animal.
Aunque el tuyo... ¡qué rival!
jugando a hacerse la presa
soltaba bestial fiereza,
pebeta mujer fatal.
Me entristecí, no te miento
cuando recibí tu adiós.
Ahora pienso siempre en vos
anhelando tu presencia.
Con síndrome de abstinencia
recuerdo el número dos.
Sorbé con paz lo que digo
que sólo intenta explicar
lo que te voy a extrañar.
Es bueno que esto concluya.
Gozá de la vida tuya
y abrazate al verbo amar.
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